1.2018

Esta entrada pude titularla con la frase que he aprendido de Javier Calvo y Javier Ambrossi, (lo hacemos y ya vemos) y que ya he elegido para llevar como credo desde que le escuché por primera vez, este año -que a penas empieza- pero he decidido poner varios números y un punto. 

Durante mucho tiempo le he tenido pavor a los intentos suicidas, porque es de esta forma que le llamamos a esas ocaciones en las que se nos ocurre algo grandioso pero que a la vez da muchísimo miedo por el riesgo que se puede correr si lo hacemos, ese momento es el mismo en el que queremos hacer algo en lo que creemos pero que por nada en la vida queremos intentarlo porque de hacerlo podemos irnos directamente a la mierda, y ahí nadie quiere irse por su voluntad. 

Fracasar es una de las cosas a las que más le tememos luego de la muerte y las enfermedades terminales, o al menos eso es lo que mucha gente cree. Más que a el fracaso en si, la gente lo que le teme es a tomar una decisión sin influencia de alguien más y que esta resulte basura, creo que pocas personas saben que existe el reciclaje y con este podemos obtener cosas maravillosas, porque si conocieran de su existencia veríamos a los intentos fallidos como oportunidades. 

Es verdad eso de que no todas las derrotas son oportunidades, hay algunas que son aprendizajes, otras que son injusticias y una que otra es el resultado del karma, o al menos eso dicen. La verdad es que si vamos a hacer algo, lo que importa es que lo hagamos porque ya lo que resulte o no de todas formas va a ser una ganancia porque cualquier reacción siempre viene de una acción y que bonito es cuando somos quienes accionamos porque lo deseamos, no porque alguien lo haya decidido. Así vamos a atrevernos, que eso es lo que importa. 

El no saber qué hubiese sido es peor que intentarlo y que no funcione.

LORY 

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